Monday, March 28, 2005

Instintos de dominación




“Pelear contra monstruos te puede convertir en monstruo” dice Nietzsche, pero y que pasa si eres el monstruo peleando con hombres.

Cuando la música se utiliza haciendo hincapié en uno de sus elementos, ritmo, melodía o armonía, es probable que su utilización sea como instrumento de dominación, de control (por ejemplo, el ritmo de ensamblaje en una fabrica). El ritmo aprisiona.

“Para ser hombre hay que saber bailar” nos dice Nietzsche, ¿No es esto un aprisionamiento?, bailar al son que nos toquen, ¿No es esto someterse a un carácter dominante? Pero que extraño que el son que nos tocan siempre es el mismo. El ritmo no se ha modificado. Se han hecho modificaciones melódicas, armónicas, ¿pero rítmicas? Como que no se necesita mucho para saber bailar en ritmos binarios o ternarios.

Ley universal

¿Existe una ley universal que atraviese las artes como si fueran una sola?¿Cómo contestar esta cuestión? Sobrevienen muchas repercusiones. Por ejemplo: Si todas las artes están atravesadas por una ley general, digamos el ritmo, cualquier alteración en la noción del ritmo, alteraría a todas las demás artes y aun a la concepción del mundo.

Sinestesia

Guillo Dorfles, en su libro “El devenir de las artes”, señala que la sinestesia cae “dentro del ámbito de lo patológico”. Acaso, en toda la historia, en todas las sociedades, en todas las artes, no hay un arte sinestésico? ¿Y que es la vida sino una sinestesia fragmentada? El arte no es una patología, se ha desarrollado por vías “sanas”, pero un arte particular. Qué extraño es que ver al mundo como totalidad es insano, y que verlo separadamente, analíticamente, sea lo sano. Se nos ha hecho ver al arte de manera separada, porque esto es sano para el desarrollo de la humanidad. Lo sano es ver a la pintura como algo puramente visual, o a la música como algo puramente audible. ¿Pero, que no hay un ritmo en la danza, no hay un ritmo en la poesía, no hay un ritmo en la pintura, no hay un ritmo en la música?

El arte como todo

Kandinsky, propone una serie de ideas con el fin de “componer transgrediendo el límite de las artes particulares”: “el arte como todo”.

Kandinsky parte de la noción de “Punto”. “El punto es la mínima forma temporal... la repetición del punto produce un ritmo
[1]”. Propone que lo primario es el punto. Cuando hay dos puntos se produce automáticamente un ritmo, “El ritmo son puntos”. Todo surge con un punto aquí, y un punto allá. Imaginemos; Si todo fuera un aquí, este punto aquí: yo sentado en la nada. El ritmo no existiría, todo es uno. Sin embargo, hay un allá, la otredad. Se produce un ritmo, ritmo que puede ser un dialogo entre tu y yo. En el ritmo surge en el diálogo, en la mirada a la conciencia de que el otro existe. Si no hay conciencia de la existencia del otro, no hay ritmo, solo hay uno. El ritmo es pues, la confrontación con lo otro.

La confrontación, la guerra, ya Heráclito había advertido: “La guerra es el padre de todo”, y esto se ha repetido y repetido, el Eterno retorno a lo mismo nietzschiano, ha mellado la conciencia para con el otro, con quien estamos en eterna guerra.

La satisfaccion del instinto de dominacion es el botin de toda guerra. Hoy se requiere
un nuevo botín de guerra. Se trata de la salida de este circulo vicioso. Hasta hoy hay quienes pelean con la palabra, el sonido, estruendos y gritos; y hay quienes pelean con el silencio. Las dos armas bien empleadas, en el momento preciso son eficaces. Pero la dominación, este círculo vicioso por la preponderancia del silencio o del sonido, de la raza blanca o la negra, de oriente o de occidente, requiere una nueva salida.


El arte sinestésico conlleva una transmutación de valores, el rompimiento de la hegemonía del especialismo, la convivencia entre artistas sin ego. Más aún, el concepto de artista no sería.

Interpretación del papel del ritmo en la historia.


Cuando Kandinsky habla de tres tipos de ritmo, nos dice:
1) “En el ritmo primitivo hay distancias iguales... el refuerzo es cuantitativo... con el mismo instrumento
[2]”. Esto significa que, para sobrevivir, los primitivos se basaron en un ritmo “cuantitativo”, es decir que la sobrevivencia del hombre arcaico era la comunidad, para cazar, era necesario el otro, los otros, la comunidad. “Con el mismo instrumento”; y el mismo instrumento es el hombre arcaico mismo, él y sus endebles instrumentos de cacería, el arco y la lanza. Lo único que posibilito la existencia de los primeros hombres y su subsistencia, fue el “refuerzo cuantitativo”, el ritmo del hombre prehistórico era inconsciente, pero eficaz.

2) El “Ritmo progresivo”. Se puede interpretarlo a partir de la historia “Ritmo progresivo es aumento o disminución uniforme”. Cada cultura, cada nación, cada sociedad que esta inscrita en el marco de la historia, de su historia, que nos es mostrada, como en esplendor o decadencia: el esplendor de Grecia, el esplendor de los Aztecas. La decadencia Romana, la decadencia del socialismo, etc, etc.

2) Surgido con la entrada de la modernidad, y exacerbado en la posmodernidad, el “Ritmo desigual”, en el cual se “introduce la complejidad”. Se trata homogenización y globalización, por un lado; y por el otro de individualismo, un individualismo exacerbado y un especialismo desmesurado.
3) Kandinsky ya no propone mas análisis de ritmo. Pero se percibe la tendencia de la sociedad actual: Un ritmo desigual, pero ahora progresivo, donde existe un yo y un tu, todo mundo lo sabe, a todo mundo se le dicta. Un mundo donde se que el otro existe, pero que no puedo afectarlo, ni ser afectado por el, que ha pasado con la comunicación. Se ha convertido en comunicación virtual. Es decir. No hay comunicación.

La melodía.

Para Kandinsky, la línea es una melodía. La melodía apela al carácter de un pueblo. Para que haya melodía es necesario el ritmo. La melodía, se inserta en el reconocimiento de una identidad de una comunidad cultural o nación. Se entra pues a lo linear de la historia. La historia de un pueblo es una línea melódica. Toda melodía es una historia. El desarrollo de esta línea expresa el desarrollo del ethos de una comunidad o cultura.

“Las líneas delgadas son agudas... Las líneas gruesas son graves”. Lo más grave es lo ya establecido, lo pesado, lo lento, la base de la construcción, la masa. Lo agudo, alude a que siempre lo mas delgado, a la viveza y rapidez, al lugar por donde se rompe la línea. También lo mas agudo es obviamente la agudeza, la inteligencia, la astucia. “La línea recta requiere de un menor tiempo para cumplirse.... la curva requiere de uno mayor”. Lo curvo tiene que ver con un tiempo circular, el eterno retorno nietzschiano. La línea recta es la identidad nítida del yo y el otro, la igualdad entre los dos, es lo que tiene una meta corta, pronto la logra y luego viene el hastío, el agotamiento, la dureza, perece. Como se ve en el vertiginoso desarrollo actual.

La Armonía

Si tuviéramos que ejemplificar la armonía de manera visual, diría que son las líneas que se mueven hacia diferentes direcciones y profundidades, como si fueran serpentinas de colores arrojadas al aire en un mismo tiempo que duraran el lapso de una composición flotando y desplazándose en el aire.

Pero la armonía propuesta en esta interpretación, tiene que ver con el desarrollo de la conciencia humana. La armonía es lo mas científico de la música. La armonía es el conocimiento de las melodías y las reglas para su convivencia. Pero se transforma en impulsos de dominación.

La música como arte total va mas allá de estas simples relaciones de dominación que se da entre las melodias que componen la armonía. La música como arte total es un tejido, mas que un tejido, es el combustible que hace que el tejido sea un tejido viviente, que la sociedad sea un tejido que se mueve.

El atonalismo

Catalogado como un rompimiento de las leyes opresivas de la tonalidad, El atonalismo, es la suplantación de unas leyes opresivas… por otras igual de opresivas, o aun más, como en la dodecafónica. El atonalismo es la exaltación del carácter humano dominante, de las leyes de la música, de las leyes de la armonía como instrumentos de dominación: “El conocimiento es poder” decía Hobbes.

En la actualidad, con la música electrónica, a la música que hacia el hombre se ha transferido a la maquina. Hoy se hece una música maquinal, un fetiche de música.


Pero sin variar el ritmo, de hecho lo ha exasperado aun más, la utilización de sus loops es signo de la eterna repeticion. Se necesita torcer a la maquina. Pero torcer a la maquina es también torcer al hombre mismo. El hombre se ha convertido en una maquina. No es autosuficiente. No hay máquina sin hombre, y no hay hombre sin máquina. ¿Qué o quien es la Maquina?

Las diferencias es en lo que se pone el acento actualmente, pero el ritmo no es un ritmo de diferencias, un ritmo desigual progresivo, mas bien lo que hoy impera es el ritmo estable, de las masa, “cuadrado”, adormecedor como las pulsiones del corazón de una maquina. Lo humano aun no se supera. Superar lo humano es romper con su ritmo. Pero si se alterara el ritmo del hombre, se altera el ritmo del mundo, la vida para el ser humano seria insoportable.


[1] Kandinsky, V., “Punto y linea sobre el plano” Ed. Paidos, España, 1996. pp 30-33

[2] Idem, pp 88